"MI INTENCIÓN ES APORTAR ALGO VALIOSO Y DEVOLVERLE SU LUGAR A LA ARTESANÍA, ESE TRABAJO HECHO A MANO QUE SE PIERDE POQUITO A POCO."
L a cerámica nos conecta con la tierra, el trabajo manual y las cosas sencillas. En principio, no pensaríamos que estas ideas se corresponden con una gran ciudad llena de coches, torres de hormigón y cristal, pantallas luminosas y el ajetreo propio de la vida moderna en una capital global. Casa Limón, sin embargo, es la prueba de que la artesanía también puede defenderse desde el corazón de Madrid. Marcos, la persona detrás del proyecto, nos cuenta cómo todo empezó con una casita de dos pisos de los años 50 que su marido y él decidieron convertir en su hogar.
“Tras comprar la casa, una de esas que ya no abundan en la ciudad, con un par de alturas y un patio interior, llevamos a cabo una reforma integral e introdujimos los tonos limón en diferentes lugares de la vivienda. De ahí el nombre”, explica el joven emprendedor, bailarín clásico de profesión. “Mi cuñada me sugirió que creara una cuenta en Instagram para mostrar el proyecto, ya que me gusta mucho el tema del interiorismo”, continúa. “Me pensé mucho si hacerlo o no, pero, finalmente, di el paso.” Marcos relata cómo comenzó a subir a la red social las fotos que hacía a diferentes rincones de la casa. Le apasiona la fotografía y consiguió generar una sólida base de seguidores con el contenido que publicaba.
“Cuando recibí por mi 29 cumpleaños una vajilla para la nueva casa hecha a mano por una amiga de mi prima pensé que esto completaba de algún modo el proyecto original de Casa Limón”; explica Marcos. “Me puse en contacto con esa chica y empecé a tomar clases de cerámica. Nunca olvidaré el 6 de septiembre de 2021, el día en que entré en contacto con el barro; cambió mi vida.” Fue a raíz de publicar en redes sociales imágenes del fruto de sus clases que el joven bailarín comenzó a recibir sus primeros pedidos. “A la gente le gustó el resultado y pronto me pidieron una tacita, un jarrón, un cenicero…”, recuerda sonriendo.
Puesto que el número de encargos seguía en aumento, Marcos decidió dar un paso más y lanzar una marca de cerámica artesanal, que además comparte nombre con su propia vivienda. “Mi taza ‘Aro’ causó un furor tremendo y me trajo una avalancha de pedidos. Sin embargo, lo que realmente me indicó el camino a seguir fue un par de pendientes en forma de tabla de surf que creé a partir de las partes sobrantes de una jarra”, señala el emprendedor. “Pronto me vi creando más pendientes, modelos simples con formas orgánicas que yo pensaba que gustarían a mi público. Enseguida me di cuenta de que mis seguidoras, amigas y familiares vestían sus Casa Limón en ocasiones especiales, como bodas, celebraciones y eventos íntimos, y esto me causó una gran alegría.”
Marcos encuentra su inspiración en el Mediterráneo; en sus animales, plantas y rincones secretos. Por eso juega con colores cálidos y líneas naturales para crear modelos únicos. Ya cuenta con varias líneas en su tienda, y algunas de sus creaciones han llegado a exponerse en un centro de arte en Milán. “Mi intención es aportar algo valioso y devolverle su lugar a la artesanía, ese trabajo hecho a mano que se pierde poquito a poco”, afirma. “Me encanta que un material tan natural como el barro cobre vida y pueda vestirse o decorar la casa de alguien.”
Por el camino, Marcos se ha enfrentado a algunos retos importantes, entre los que menciona los pedidos realizados con apenas una semana de antelación y algunas cuestiones burocráticas propias de quien pone en marcha un nuevo negocio. Sin embargo, nos dice que quiere seguir viendo Casa Limón como lo ha hecho hasta ahora: con ilusión, ganas y mucho cariño. “No quiero llegar a nada, solamente que las personas que me apoyan y las que están por venir disfruten de mis piezas tanto como yo cuando las estoy creando.”
Texto: José María Sainz-Maza Del Olmo
Fotografías: Diego Ene / Casa Limón
"MI INTENCIÓN ES APORTAR ALGO VALIOSO Y DEVOLVERLE SU LUGAR A LA ARTESANÍA, ESE TRABAJO HECHO A MANO QUE SE PIERDE POQUITO A POCO."
L a cerámica nos conecta con la tierra, el trabajo manual y las cosas sencillas. En principio, no pensaríamos que estas ideas se corresponden con una gran ciudad llena de coches, torres de hormigón y cristal, pantallas luminosas y el ajetreo propio de la vida moderna en una capital global. Casa Limón, sin embargo, es la prueba de que la artesanía también puede defenderse desde el corazón de Madrid. Marcos, la persona detrás del proyecto, nos cuenta cómo todo empezó con una casita de dos pisos de los años 50 que su marido y él decidieron convertir en su hogar.
“Tras comprar la casa, una de esas que ya no abundan en la ciudad, con un par de alturas y un patio interior, llevamos a cabo una reforma integral e introdujimos los tonos limón en diferentes lugares de la vivienda. De ahí el nombre”, explica el joven emprendedor, bailarín clásico de profesión. “Mi cuñada me sugirió que creara una cuenta en Instagram para mostrar el proyecto, ya que me gusta mucho el tema del interiorismo”, continúa. “Me pensé mucho si hacerlo o no, pero, finalmente, di el paso.” Marcos relata cómo comenzó a subir a la red social las fotos que hacía a diferentes rincones de la casa. Le apasiona la fotografía y consiguió generar una sólida base de seguidores con el contenido que publicaba.
“Cuando recibí por mi 29 cumpleaños una vajilla para la nueva casa hecha a mano por una amiga de mi prima pensé que esto completaba de algún modo el proyecto original de Casa Limón”; explica Marcos. “Me puse en contacto con esa chica y empecé a tomar clases de cerámica. Nunca olvidaré el 6 de septiembre de 2021, el día en que entré en contacto con el barro; cambió mi vida.” Fue a raíz de publicar en redes sociales imágenes del fruto de sus clases que el joven bailarín comenzó a recibir sus primeros pedidos. “A la gente le gustó el resultado y pronto me pidieron una tacita, un jarrón, un cenicero…”, recuerda sonriendo.
Puesto que el número de encargos seguía en aumento, Marcos decidió dar un paso más y lanzar una marca de cerámica artesanal, que además comparte nombre con su propia vivienda. “Mi taza ‘Aro’ causó un furor tremendo y me trajo una avalancha de pedidos. Sin embargo, lo que realmente me indicó el camino a seguir fue un par de pendientes en forma de tabla de surf que creé a partir de las partes sobrantes de una jarra”, señala el emprendedor. “Pronto me vi creando más pendientes, modelos simples con formas orgánicas que yo pensaba que gustarían a mi público. Enseguida me di cuenta de que mis seguidoras, amigas y familiares vestían sus Casa Limón en ocasiones especiales, como bodas, celebraciones y eventos íntimos, y esto me causó una gran alegría.”
Marcos encuentra su inspiración en el Mediterráneo; en sus animales, plantas y rincones secretos. Por eso juega con colores cálidos y líneas naturales para crear modelos únicos. Ya cuenta con varias líneas en su tienda, y algunas de sus creaciones han llegado a exponerse en un centro de arte en Milán. “Mi intención es aportar algo valioso y devolverle su lugar a la artesanía, ese trabajo hecho a mano que se pierde poquito a poco”, afirma. “Me encanta que un material tan natural como el barro cobre vida y pueda vestirse o decorar la casa de alguien.”
Por el camino, Marcos se ha enfrentado a algunos retos importantes, entre los que menciona los pedidos realizados con apenas una semana de antelación y algunas cuestiones burocráticas propias de quien pone en marcha un nuevo negocio. Sin embargo, nos dice que quiere seguir viendo Casa Limón como lo ha hecho hasta ahora: con ilusión, ganas y mucho cariño. “No quiero llegar a nada, solamente que las personas que me apoyan y las que están por venir disfruten de mis piezas tanto como yo cuando las estoy creando.”
Texto: José María Sainz-Maza Del Olmo
Fotografías: Diego Ene / Casa Limón