"NO ME INTERESA DOCUMENTAR LA REALIDAD TAL CUAL ES, SINO TRADUCIR MIS IMPRESIONES Y SENTIMIENTOS, AUNQUE PUEDAN SER UNA DISTORSIÓN DE ELLA. "
D esde su estudio en Italia, donde nos recibe con una cálida sonrisa, la artista brasileña Julia Martins Miranda crea un universo en el que la emoción, la naturaleza y la memoria se entrelazan en cada trazo. Nacida en Belo Horizonte, en el seno de una familia “grande, alegre y amorosa”, como ella misma la describe, su obra está profundamente marcada por ese origen cálido y vital que impregna todo lo que hace.
Julia nos cuenta que su relación con el arte comenzó a través de la música —su primera forma de expresión—, y con el tiempo evolucionó hacia el dibujo, la pintura y la fotografía. “Estas prácticas se han ido entrelazando en mi trabajo; cada una influye en la otra mientras sigo explorando nuevos medios y formas de expresión”, explica. Desde 2009 vive en Italia, donde estudió en la Nuova Accademia di Belle Arti de Milán, aunque su trayectoria también la ha llevado por Nueva York y Los Ángeles, etapas que ampliaron su mirada y consolidaron su identidad artística.
En su obra, la artista brasileña trabaja principalmente con acrílico y óleo sobre lienzo. “Me encanta la inmediatez y la textura del acrílico, y la profundidad y la vibración que aporta el óleo”, comenta. A menudo combina ambos materiales para crear capas que dialogan entre sí, logrando atmósferas visuales donde la luz parece tener vida propia.
Para Julia, el acto de crear es inseparable de su manera de estar en el mundo. “No puedo pensar en mí como algo separado del acto de crear; es parte de quién soy”. Según el medio, su vínculo con el arte puede ser intenso y cambiante: “Cuando hago música, puede ser turbulento e incluso angustiante, pero al pintar siento calma y alegría. Cada medio revela un lado distinto de mí”.
Su serie Pindorama, una de las más reconocidas, encarna precisamente ese espíritu luminoso: una celebración del color, la calidez y la nostalgia vinculada a su tierra natal. Es, en sus palabras, “un reflejo de la alegría, el calor y la sensación de anhelo que están profundamente conectados con el lugar del que vengo”.
El mundo simbólico de Julia es vasto y poético. “Mi trabajo es una mezcla de realidad e imaginación”, afirma. No le interesa reproducir lo que ve, sino traducir las emociones que una escena despierta en ella. La naturaleza y las culturas ancestrales que dieron forma a su país son una fuente constante de inspiración. “La realidad se convierte en símbolo cuando se filtra a través de la emoción, la nostalgia y el deseo”, dice, definiendo así su propia cosmogonía artística: una fusión entre lo tangible y lo soñado.
De cara a los próximos meses, la artista continuará expandiendo su serie Pindorama y preparando nuevas exposiciones, tanto colectivas como individuales. También trabaja en un proyecto fotográfico desarrollado en la playa de Arpoador, en Río de Janeiro, donde ha retratado escenas cotidianas llenas de vida. Paralelamente, ultima un libro que reunirá pensamientos, letras y poemas que ha ido escribiendo a lo largo de los años.
En todo lo que hace, Julia Martins Miranda parece guiada por un mismo impulso: crear belleza desde la emoción, tender puentes entre lo visible y lo íntimo. Su arte no solo se mira, se siente; como ella misma nos dice antes de acabar nuestra conversación, es una invitación a detenerse, respirar y dejarse habitar por la luz.
Texto: José María Sainz-Maza Del Olmo
Fotografías:
"NO ME INTERESA DOCUMENTAR LA REALIDAD TAL CUAL ES, SINO TRADUCIR MIS IMPRESIONES Y SENTIMIENTOS, AUNQUE PUEDAN SER UNA DISTORSIÓN DE ELLA. "
D esde su estudio en Italia, donde nos recibe con una cálida sonrisa, la artista brasileña Julia Martins Miranda crea un universo en el que la emoción, la naturaleza y la memoria se entrelazan en cada trazo. Nacida en Belo Horizonte, en el seno de una familia “grande, alegre y amorosa”, como ella misma la describe, su obra está profundamente marcada por ese origen cálido y vital que impregna todo lo que hace.
Julia nos cuenta que su relación con el arte comenzó a través de la música —su primera forma de expresión—, y con el tiempo evolucionó hacia el dibujo, la pintura y la fotografía. “Estas prácticas se han ido entrelazando en mi trabajo; cada una influye en la otra mientras sigo explorando nuevos medios y formas de expresión”, explica. Desde 2009 vive en Italia, donde estudió en la Nuova Accademia di Belle Arti de Milán, aunque su trayectoria también la ha llevado por Nueva York y Los Ángeles, etapas que ampliaron su mirada y consolidaron su identidad artística.
En su obra, la artista brasileña trabaja principalmente con acrílico y óleo sobre lienzo. “Me encanta la inmediatez y la textura del acrílico, y la profundidad y la vibración que aporta el óleo”, comenta. A menudo combina ambos materiales para crear capas que dialogan entre sí, logrando atmósferas visuales donde la luz parece tener vida propia.
Para Julia, el acto de crear es inseparable de su manera de estar en el mundo. “No puedo pensar en mí como algo separado del acto de crear; es parte de quién soy”. Según el medio, su vínculo con el arte puede ser intenso y cambiante: “Cuando hago música, puede ser turbulento e incluso angustiante, pero al pintar siento calma y alegría. Cada medio revela un lado distinto de mí”.
Su serie Pindorama, una de las más reconocidas, encarna precisamente ese espíritu luminoso: una celebración del color, la calidez y la nostalgia vinculada a su tierra natal. Es, en sus palabras, “un reflejo de la alegría, el calor y la sensación de anhelo que están profundamente conectados con el lugar del que vengo”.
El mundo simbólico de Julia es vasto y poético. “Mi trabajo es una mezcla de realidad e imaginación”, afirma. No le interesa reproducir lo que ve, sino traducir las emociones que una escena despierta en ella. La naturaleza y las culturas ancestrales que dieron forma a su país son una fuente constante de inspiración. “La realidad se convierte en símbolo cuando se filtra a través de la emoción, la nostalgia y el deseo”, dice, definiendo así su propia cosmogonía artística: una fusión entre lo tangible y lo soñado.
De cara a los próximos meses, la artista continuará expandiendo su serie Pindorama y preparando nuevas exposiciones, tanto colectivas como individuales. También trabaja en un proyecto fotográfico desarrollado en la playa de Arpoador, en Río de Janeiro, donde ha retratado escenas cotidianas llenas de vida. Paralelamente, ultima un libro que reunirá pensamientos, letras y poemas que ha ido escribiendo a lo largo de los años.
En todo lo que hace, Julia Martins Miranda parece guiada por un mismo impulso: crear belleza desde la emoción, tender puentes entre lo visible y lo íntimo. Su arte no solo se mira, se siente; como ella misma nos dice antes de acabar nuestra conversación, es una invitación a detenerse, respirar y dejarse habitar por la luz.
Texto: José María Sainz-Maza Del Olmo
Fotografías: