"MIREIA RUIZ NOS PROPONE UNA UTOPÍA EN LA QUE EL COLOR ES UN ALIMENTO DE ESPERANZA. UNA COMBINACIÓN DE FORMAS LIMPIAS UNIDAS A LAS GAMAS DE COLORES VIVOS CREANDO COMPOSICIONES DINÁMICAS QUE ABANDERAN UN MENSAJE POSITIVO."
E n Can Roca, un pequeño barrio de Castelldefels, se cimenta la infancia de Mireia Ruiz. Es allí, donde junto a sus abuelos maternos, disfrutaba de los pequeños placeres que el verano regalaba a una niña. Días en los que el cielo se convertía en un lienzo pintado con tonos rosas y anaranjados. Las primeras luces convivían con la luna y se hacían fuertes sobre el azul del Mediterráneo, el perfume del salitre en la piel, la prisa que no cabía y la conquista del tiempo para jugar. Su pasatiempo favorito era pintar junto a su abuela todas las macetas del jardín eligiendo primero las latas de pintura y a continuación dos colores dando como resultado un patio de reminiscencias andaluzas que mostraba los orígenes de su abuela, “un momento bonito” en el que “el color hacía magia”, como ella misma nos cuenta.
Mireia, sin saberlo aún, estaba sembrando en esos maceteros la semilla de la que germinaría su pasión por el color. Quería pintar a toda costa. Su estuche de colores la acompañaba incluso cuando salía de camping. Prefería la pintura a disfrutar de las emociones que ofrecía una acampada. Con unas raíces tan poderosas parece obvio que su destino era el arte. Cuando este artículo se escribe su cuenta de Instagram, Mireia y sus cosas, se aproxima a los 80.000 seguidores. Es diseñadora gráfica, artista reconocida y docente en Domestika e Idep Barcelona. Sin embargo, el apoyo en sus inicios no fue fácil.
Su familia se oponía a apuntarle a clases de pintura, lo veían como un hobby sin futuro, no tenía referentes y la profesora de dibujo del instituto le dijo que no servía para Bellas Artes. Nadie la animó a intentarlo, por ello cuando tuvo que elegir carrera se decantó por el Diseño Gráfico. Una opción práctica en la que podía seguir ligada al mundo de los colores. En 2005 se graduó y comenzó a trabajar en diferentes estudios de diseño hasta que ocho años después nació su “colección de cosas” en Instagram. En ese momento combinaba su actividad como diseñadora con sus experimentos “creando cosas, pintando cosas y haciéndoles fotos”. La niña que quería pintar no se daba por vencida, movida por la intuición perseveró en ese camino sin saber a dónde le llevaría. Aunque los primeros pasos fueron complicados, las redes sociales le permitieron conectar con personas de todas partes dándole visibilidad para hacer diferentes proyectos. Mireia sabe que el arte es una carrera de fondo y ha habido momentos en los que ha sentido el ineludible síndrome de la impostora. La colaboración con la marca australiana Gorman Clothing en la que sus cuadros se transformaban en estampados y cobraban vida fue una experiencia que la enamoró.
Las formas limpias unidas a las gamas de colores vivos creando composiciones dinámicas que abanderan un mensaje positivo se han convertido en el epicentro de su trabajo. En un mundo complejo en el que nos asaltan los conflictos bélicos o la escasez de las materias primas, Mireia Ruiz nos propone una utopía en la que “el color es un alimento de esperanza”. La inteligencia artificial, el empoderamiento y la lucha encubierta contra el patriarcado, las dudas en relación a la maternidad y la descendencia en un mundo complicado por el cambio climático son otros de los grandes temas que representan sus trabajos. Su obra Autorretrato, expuesta en la Galería Reku Art de Madrid, engloba entre otras muchas estas cuestiones y es un resumen visual de lo que la define como persona y artista. Una combinación de cantidad de símbolos y metáforas que sintetizan sus obsesiones y preocupaciones. El azul es protagonista, color que la representaba cuando la creó, a pesar de ello la artista catalana cuenta que no existe un color del que pudiera prescindir. “Todos tienen su lugar, su momento, su sensación”. Ahora, entre sus referentes destaca la sueca Hilma af Klint, “por su experiencia, por su trabajo y su historia como mujer en el arte”.
Mireia Ruiz actualmente se encuentra inmersa en la realización de nuevos trabajos en los que resume y reflexiona sobre sus experiencias. Cuadros con una mirada más madura en los que se equilibran las gamas y muestran una fase de estabilidad personal. Sin duda, el arte le ayuda a entenderse y expresarse. A estas obras las está mimando con tiempo. Uno de los objetivos que busca conseguir es unicidad para llevar a cabo una exposición individual. Cuando le pedimos un consejo para quien se inicia como artista nos dice “perseverancia, ser constante y mostrar lo que eres capaz de hacer independientemente de las críticas o los detractores. Tener paciencia y creer en ti, en tu intuición, que no es una ciencia, y mucho menos exacta, pero es una sabiduría que todos tenemos dentro”. Ingredientes que a Mireia le sirvieron para convertirse en artista y ver cumplido su sueño: pintar cada día y vivir de la profesión que ama. Si el color es vida, Mireia Ruiz nos regala un universo cargado de esperanza. Un ramillete de globos de colores en el aire con el que volar superando cualquier abismo.
Texto: Clara Colorado
Fotografías: Mireia Ruiz
"MIREIA RUIZ NOS PROPONE UNA UTOPÍA EN LA QUE EL COLOR ES UN ALIMENTO DE ESPERANZA. UNA COMBINACIÓN DE FORMAS LIMPIAS UNIDAS A LAS GAMAS DE COLORES VIVOS CREANDO COMPOSICIONES DINÁMICAS QUE ABANDERAN UN MENSAJE POSITIVO."
E n Can Roca, un pequeño barrio de Castelldefels, se cimenta la infancia de Mireia Ruiz. Es allí, donde junto a sus abuelos maternos, disfrutaba de los pequeños placeres que el verano regalaba a una niña. Días en los que el cielo se convertía en un lienzo pintado con tonos rosas y anaranjados. Las primeras luces convivían con la luna y se hacían fuertes sobre el azul del Mediterráneo, el perfume del salitre en la piel, la prisa que no cabía y la conquista del tiempo para jugar. Su pasatiempo favorito era pintar junto a su abuela todas las macetas del jardín eligiendo primero las latas de pintura y a continuación dos colores dando como resultado un patio de reminiscencias andaluzas que mostraba los orígenes de su abuela, “un momento bonito” en el que “el color hacía magia”, como ella misma nos cuenta.
Mireia, sin saberlo aún, estaba sembrando en esos maceteros la semilla de la que germinaría su pasión por el color. Quería pintar a toda costa. Su estuche de colores la acompañaba incluso cuando salía de camping. Prefería la pintura a disfrutar de las emociones que ofrecía una acampada. Con unas raíces tan poderosas parece obvio que su destino era el arte. Cuando este artículo se escribe su cuenta de Instagram, Mireia y sus cosas, se aproxima a los 80.000 seguidores. Es diseñadora gráfica, artista reconocida y docente en Domestika e Idep Barcelona. Sin embargo, el apoyo en sus inicios no fue fácil.
Su familia se oponía a apuntarle a clases de pintura, lo veían como un hobby sin futuro, no tenía referentes y la profesora de dibujo del instituto le dijo que no servía para Bellas Artes. Nadie la animó a intentarlo, por ello cuando tuvo que elegir carrera se decantó por el Diseño Gráfico. Una opción práctica en la que podía seguir ligada al mundo de los colores. En 2005 se graduó y comenzó a trabajar en diferentes estudios de diseño hasta que ocho años después nació su “colección de cosas” en Instagram. En ese momento combinaba su actividad como diseñadora con sus experimentos “creando cosas, pintando cosas y haciéndoles fotos”. La niña que quería pintar no se daba por vencida, movida por la intuición perseveró en ese camino sin saber a dónde le llevaría. Aunque los primeros pasos fueron complicados, las redes sociales le permitieron conectar con personas de todas partes dándole visibilidad para hacer diferentes proyectos. Mireia sabe que el arte es una carrera de fondo y ha habido momentos en los que ha sentido el ineludible síndrome de la impostora. La colaboración con la marca australiana Gorman Clothing en la que sus cuadros se transformaban en estampados y cobraban vida fue una experiencia que la enamoró.
Las formas limpias unidas a las gamas de colores vivos creando composiciones dinámicas que abanderan un mensaje positivo se han convertido en el epicentro de su trabajo. En un mundo complejo en el que nos asaltan los conflictos bélicos o la escasez de las materias primas, Mireia Ruiz nos propone una utopía en la que “el color es un alimento de esperanza”. La inteligencia artificial, el empoderamiento y la lucha encubierta contra el patriarcado, las dudas en relación a la maternidad y la descendencia en un mundo complicado por el cambio climático son otros de los grandes temas que representan sus trabajos. Su obra Autorretrato, expuesta en la Galería Reku Art de Madrid, engloba entre otras muchas estas cuestiones y es un resumen visual de lo que la define como persona y artista. Una combinación de cantidad de símbolos y metáforas que sintetizan sus obsesiones y preocupaciones. El azul es protagonista, color que la representaba cuando la creó, a pesar de ello la artista catalana cuenta que no existe un color del que pudiera prescindir. “Todos tienen su lugar, su momento, su sensación”. Ahora, entre sus referentes destaca la sueca Hilma af Klint, “por su experiencia, por su trabajo y su historia como mujer en el arte”.
Mireia Ruiz actualmente se encuentra inmersa en la realización de nuevos trabajos en los que resume y reflexiona sobre sus experiencias. Cuadros con una mirada más madura en los que se equilibran las gamas y muestran una fase de estabilidad personal. Sin duda, el arte le ayuda a entenderse y expresarse. A estas obras las está mimando con tiempo. Uno de los objetivos que busca conseguir es unicidad para llevar a cabo una exposición individual. Cuando le pedimos un consejo para quien se inicia como artista nos dice “perseverancia, ser constante y mostrar lo que eres capaz de hacer independientemente de las críticas o los detractores. Tener paciencia y creer en ti, en tu intuición, que no es una ciencia, y mucho menos exacta, pero es una sabiduría que todos tenemos dentro”. Ingredientes que a Mireia le sirvieron para convertirse en artista y ver cumplido su sueño: pintar cada día y vivir de la profesión que ama. Si el color es vida, Mireia Ruiz nos regala un universo cargado de esperanza. Un ramillete de globos de colores en el aire con el que volar superando cualquier abismo.
Texto: Clara Colorado
Fotografías: Mireia Ruiz